En torno al tema de la corrupción existen básicamente dos posiciones: la de los pragmáticos, que piensan que la corrupción brinda ciertos beneficios en el corto plazo y la de los principistas, que creen que la corrupción es mala en su naturaleza y en sus resultados. Pero, independientemente de la posición que se adopte, tanto los unos como los otros coinciden sobre los daños que la corrupción causa en contra de la vida de la sociedad.
Algunos de los perjuicios de la corrupción son los siguientes: Las leyes y las licitaciones no se deciden en función de lo que es mejor para la sociedad sino según el interés privado de los empresarios y los funcionarios corruptos. En lugar de que el Estado oriente la inversión pública en beneficio de los contribuyentes cunden la ineficacia y el derroche. Ese estado de cosas ahuyenta los capitales sanos y serios que estarían dispuestos a invertir a largo plazo. En su lugar, intervienen los capitales especulativos y prebendarios, entre ellos, el dinero proveniente del lavado de dinero. La gran paradoja es que quien obtiene dinero de la corrupción tiende a reinvertir sus ganancias fuera de su país, en una sociedad confiable donde no rijan las condiciones que él mismo fomentó en su país.
Por otra parte, el estado de corrupción siempre termina por debilitar las instituciones del Estado, lo cual, convierte la democracia en una falsificación. La sociedad entra en un retraso perjudicial. En un estado de corrupción aumenta la desigualdad social ya que los ricos y privilegiados se benefician de los arreglos corruptos en detrimento de los pobres y de los carentes de toda ventaja. La corrupción nunca beneficia a las clases más necesitadas de la sociedad; por el contrario, las perjudica.
Como puede verse, los perjuicios de la corrupción no se limitan al peculado sino a la destrucción paulatina de los únicos valores que pueden dar cohesión y progreso al país. En su lugar, se instala un estado general de desconfianza. Cualquiera se pregunta sobre el funcionario, ¿administrará como es debido? Sobre el policía, ¿no pretende sólo un soborno? Sobre el diputado, ¿representará los intereses de los electores o se representará a sí mismo? Sobre el médico, ¿recomienda un tratamiento para bien del paciente o para obtener mayores ganancias? Sobre el pastor, ¿realmente usa los diezmos y ofrendas para la obra de Dios o para sí mismo? La desconfianza colectiva, fundada en la imprevisibilidad del comportamiento del otro da como resultado el subdesarrollo.
Pero los perjuicios no son solamente en contra del desarrollo económico sino en contra de la moral social. El pesimismo se extiende a las demás esferas de la vida y pronto el jefe dudará de sus empleados y éstos de las intenciones de aquel. La esposa duda de la integridad de su esposo y éste de la de su esposa. Los maestros desconfían de la honestidad de sus alumnos y éstos ven motivaciones extrañas en aquellos. Los costos de la corrupción son tan elevados que no debería permitirse que quede fuera del alcance de la ley.
Mario Vega
Pastor general de la misión cristiana Elim.
Tomado de la página Web de El Diario de Hoy.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario