Un instante nada más fue suficiente,
para que aflorasen intensos sentimientos;
de los valientes soldados del Dios viviente;
que probados cual oro fueron, en aquel crucial momento.
Eran hombres y mujeres de todas las edades,
de la familia celestial que es de real linaje.
Marcharon entre las puertas de las eternidades;
por lo que muchas plumas hoy les rinden homenaje.
Un instante nada más fue suficiente,
para que el río mostrara su poderío.
¿Quien escuchará la voz del inocente?
que aunque ya no presente espera vehemente;
que a nadie mas le frecuente otro día tan sombrío;
de aquella Málaga impotente.
El morir ganancia es para el cristiano,
porque ha puesto su confianza en el Rey que viene.
Pero hay de aquel que menosprecia al ser humano,
cuando no se arrepiente ni le extiende la mano;
argumentándose soberano la humildad no se tiene;
en reconocer el agravio que se ha causado al hermano.
Un instante nada más fue suficiente,
para que la repunta arrebatará la vida de estos valientes.
No veremos más el brillo de sus ojos en esta tierra de peregrino;
pero ninguna agua anegara jamás la luz que un día les vino;
sino que se levanta cual fanal cada vez mas ferviente.
Mientras sus cuerpos inertes, testifican del camino;
y sin sonar sus voces, su anuncio resuena potente;
diciendo, que pronto viene con justicia El Rey Divino.
Ciertamente, un instante nada más fue suficiente.
Autor: Raúl Oswaldo Mejía Rivas
Email: pauld8@juventudelim.org
paul_mejia@hotmail.com
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1 comentario:
Qué hermoso poema!!!!!
Profundo en reflexiones,
y claro en sus verdades...
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